La Joven y el Dragón
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Koly estaba harta de como la trataban
en el colegio. Las niñas no querían saber nada de ella, a veces
pensaba el porque la odiaban. Por suerte, vino una niña nueva al
colegío llamada Samanta. Ambas se hicieron muy buenas amigas, aunque
las continuos insultos de las niñas no cesaban, cosa que a las dos
no les importaban. Un día que volvían de la biblioteca, cuando
Samanta se despidió de ella, no pudo evitar un escalofrío por su
espina dorsal, era como si alguien la estuviera observando. Aceleró
el paso. En las calles sólo se escuchaba el eco de sus zapatos y
otras más detrás de ella. Miró sobre su hombro de reojo y vio como
unas figuras femeninas. la perseguía.
-¿Qué querrán de mí?- su pregunta
se escuchó como un susurro, llevandosela el frío viento de la
noche.
Koly no lo dudó más y echó a correr
por las calles de la ciudad. Lass figuras, al verla correr, la
siguieron. No podía aguantar mucho corriendo, le pesaba mucho la
mochila por los cuantos de libros que cogió de la biblioteca. A
pocos minutos, las sombras que la perseguían le pisaban los talones,
Koly estaba asustada. ¿Por qué nunca me dejan en paz?-
pensó. Cuando una de las manos de las chicas la iba a coger,
rápidamente se escuchó un fuerte ruído procedente del bosque. La
calle estaba más silenciosa que antes, ni los ecos de los zapatos de
los que se encontraban allí se escuchaban. De nuevo, se escuchó el
ruidó, pero con más intensidad. Las chicas que la perseguían a
salieron corriendo de miedo, pero Koly no sabía que hacer, lo mejor
salir corriendo como las otras. Pero ella fue diferente, no salión
corriendo sino que sentía curiosidad en saber de donde procede aquel
grito, en el bosque. Miró tras ella, las chicas se fueron. Luego,
comenzó a andar rumbo al bosque, para verificar de dónde procedía
el ruido. Solo esperaba que no fuera en la casa de ella y su tía,
que estaban situada en el bosque.
Una
vez en el bosque, Koly escuchó otro ruido identificandolo. Era como
un rugido, demasiado fuerte para un animal cualquiera. Siguiendo
aquel rugido, caminó al bosque a paso ligero sin miedo a caerse. Con
cada paso que daba, aquel sonido se hacía más fuerte. Llegó a una
llanura donde los árboles la rodeaba. Lo que le sorprendió a Koly,
fue algo gigantesco tumbado sobre el césped. Los rugidos apenas se
escuchaba. La luna se alzaba sobre el cielo, mostrando con su luz a
una criatura que ha Koly le costaba creer que existiera y la tenía
delante. !Es...es un dragón...¡-
pensó asombrada, mientras se acercaba a la criatura tumbada sobre el
césped. El dragón parecía dormido y no pareció percatarse todavía
de su presencia.
El
dragon era de color rojo oscuro, como la sangre al secarse y en sobre
su cabeza tenía dos cuernos puntiagudos y gruesos. Por las línea de
su mandívula la decoraba con cuernos iguales a los de la cabeza solo
que más pequeños. Sus grandes alas estaban desplegadas sobre el
césped. Koly miró a la criatura con dulzura y asombro. Parecía tan
indefensó, apesar de lo grande que era, no le daba miedo se
intimidaba por su tamaño. Sin miedo, Koly elevó su mano y la acercó
hacía la cabeza del dragón. Rozó su piel cubierta de escamas rojas
y sintió lo sueves que eran y lo siguió acariciando.
-Espero
que no esté muerto...-susurró para ella.
Al
susurrar aquelló, el gran dragón abrió sus ambares ojos
lentamente. Pudo ver a otra criatura a su lado, nada más y nada menos
que una humana. El dragón parecía como asustado y enfadado. Movió
la cabeza intentando levantarse, pero no podía por mucho que lo
intentara. Entonces vio como la humana le siguió acariciando sin
miedo intentando tranquilizarlo, cosa que lo relajó y le hizo
entender que no tenía motivos para hacerle daño. En ese momento,
tanto dragón como humano, se sentían como unidos. Koly, sin saber
porqué, se sentía feliz a esa extraño lazo entre los dos. Miró la
pata delantera del dragón, estaba sangrando, aunque a lo mejor se
había confundido con su color. Sin dejar de mirar al dragón, se
acercó más, hasta acomodarse entre el final de su cuello y su pata
herida. Dejó en el suelo la mochila y sacó unos pañuelos para
intentar curar su herida, pero con pañuelos no servían de nada.
Necesitaba algo más grande. Entonces, se quitó su chaqueta y la
envolvió alrededor de la herida, provocando un leve gurñidito de
dolor del dragón. Koly terminó de atar su chaqueta y se quedó
tumbada sobre el cuello del dragón para no dejarlo solo. Se
sorprendió al acceder a quedarse. Si fuera como los demás, no
estaría haciendo esto. Cuaquier persona que no fuera ella... ¿Qué
hubiera hecho?. Seguramente llamar a todo el mundo advirtiendo sobre
una bestia mística que solo se contaba en leyendas, existía. Otra,
pero esta era peor, era matarlo. Siguió acariciandolo sintiendo de
nuevo la suavidad de sus escamas. El dragón volvió la mirada a la
humana, conocía a esas criaturas odiosas, pero un humano ayudandolo
no podía creérselo. Pero la mirada de aquella joven desprendía
cariño y dulzura.
Tanto la Joven como el Dragón sentían algo mutuo que no conocían, aun....
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¡Saludos! Espero que os haya gustado.
Si, me gusto.
ResponderEliminarMe encantan las historias con dragones.
¡Salu2!
¡Muchas Gracias Siara! Me alegra que te guste. XP
ResponderEliminarLo saqué de un sueño, aunque hay más cosas pero quise hacerlo relato, lo demás puede que haga en su momento un libro.